ü Un profesor es un acompañante respetuoso del proceso de formación de los estudiantes.
ü El docente sabe con claridad que su función es formar, no informar.
ü Sabe que Internet “conoce” más datos que él.
ü Enseña a sus alumnos a pensar, más que a memorizar.
ü Conoce y respeta a cada uno de sus estudiantes, con sus características y especificidades. No los trata a todos igual.
ü Les proporciona los elementos para que aprendan a preguntar y a buscar respuestas.
ü También estudia mucho, lee mucho, más que sus estudiantes.
ü Sabe escuchar tanto como hablar.
ü Se mantiene actualizado en su campo.
ü Piensa en el futuro permanentemente, pues sus estudiantes se preparan para mañana, no para hoy.
ü Se siente mejor con el título de maestro o profesor que con cualquier otro.
ü Mantiene siempre vigente la ética profesional, en sus enseñanzas y en su actividad.
ü Se considera psicólogo, médico, educador, consejero, sociólogo, ingeniero, pedagogo, nutricionista, abogado, escritor y todo lo demás; al mismo tiempo que se entiende humano con defectos y virtudes.
ü Se preocupa por formar excelentes seres humanos, más que buenos profesionales.
ü Piensa siempre que su acción desarrolla al estudiante y aporta a la sociedad.
ü Tiene conciencia de que el mejor y casi único proceso de paz que vale la pena es educar.
ü Un maestro, si es hombre es también madre y si es mujer es también padre.
ü Un maestro respeta, enseña y exige respeto.
ü El buen maestro conoce sus limitaciones e ignorancias.
ü Tiene claro que su trabajo tiene sentido mientras existen seres en formación o estudiantes.
ü No le preocupan las notas, lo mueve que sus estudiantes aprendan a ser, saber y hacer.
ü Un maestro verdadero sabe pedir perdón y perdonar.
Ser maestro es, en definitiva, el oficio más digno del mundo.